Estaciones de invierno
Adrián Bernal
Libros en su tinta, 68 pág.
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Confieso
que uno ya se pierde con esto de la poesía contemporánea. Entre la postpoesía, la metapoesía, la poesía
visual y los exabruptos líricos del greñudo cantautor de turno, todo parece
remitir al conocido verso de Nicanor Parra en el que se afirma aquello de que
“todo es poesía menos la poesía”. En efecto, la poesía es muchas cosas y
ninguna, pero la trasgresión no es un valor artístico en sí mismo y sin el
poder de la evocación no hay nada. Entre la mucha paja, en la nueva poesía
española hay también grano (no siempre reconocido por aquellos que deberían
detectarlo). En las últimas décadas han aflorado más jóvenes poetas que
lectores de poesía, me temo. Esto, en el fondo, no es nuevo. Y quizá no ha
ayudado tampoco el afán desmedido de ciertas editoriales y sus premios
(Hiperión y Adonais sobre todo) por ir a la caza del nuevo Rimbaud patrio.
Algunos son intuitivos pero han leído más bien poco. Otros, en cambio, son capaces
de aunar envidiable conocimiento y cultura con frescura y talento.
La
voluntariosa editorial Libros en su Tinta nació con la voluntad de dar voz y
salvavidas a autores que, en medio del huracán editorial, achican agua para no
acabar en el cementerio marino. Adrián Bernal (Alicante, 1983) es uno de esos
navegantes aguerridos, y su nuevo poemario, “Estaciones de invierno” da cuenta
de ello. Escribe Bernal cosas como “(…)
dejar de temer el alba/como la certidumbre de la nieve”, y escapa a
inviernos que son estados emocionales repletos de guiños literarios, musicales
y culturales. En algunos de sus poemas más narrativos hay una tendencia
discursiva que nos evoca al viejo Whitman y, por efecto rebote, a Lee Frost y a
ciertos poetas beats. Como músico que
también es, según reza en la nota biográfica de la solapa, Bernal posee el don
de la musicalidad, algo que demasiadas veces parece olvidarse y que da al poema
una armonía definitoria. Sus versos se leen bien, suenan bien, trascienden la
mera lectura rutinaria, ¿qué más se puede pedir?
Como
decía arriba, uno se pierde ya en la cosa poética, como en tantas otras. Es
difícil saber si Bernal llegará a consolidarse como el buen poeta que sus
versos anuncian, pero creo que en cuanto se despoje de las últimas amarras de
sus maestros y asuma plenamente su propia voz, ésta se dejará oír con
contundencia.