El responsable del café

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(Mahón, isla de Menorca,1970). Desde muy joven he venido ejerciendo el columnismo y la crítica literaria en numerosos medios, obteniendo en 1994 el premio Mateo Seguí Puntas de periodismo. Actualmente soy colaborador de la revista Librújula (Premio Nacional al Fomento de la Lectura, 2023). Poeta oculto, como narrador he publicado las novelas "En algún lugar te espero" (accésit del Premio Gabriel Sijé, 2000. Reeditada en ebook en 2020, Amazon), "Hospital Cínico" (2013) y "Summertime blues" (finalista del premio Ateneo-Ciudad de Valladolid, 2019); y los libros de relatos "Las espigas de la imprudencia" (Bcn, 2003) , "Domingos buscando el mar" (Premio Café Món de Narrativa, 2007) y "Sopa de fauno" (2017). He obtenido un puñado de premios y menciones en certámenes nacionales de cuento y algunos de mis relatos figuran en varias antologías. Desde 2002 vivo y escribo en Hospitalet de Llobregat.

viernes, 1 de septiembre de 2023

Buenos Aires querido


Si una cualidad ha venido definiendo hasta ahora buena parte de la obra narrativa de Miguel Barrero (Oviedo, 1980) ésta es su querencia un tanto bolañesca por la metaficción literaria, presente de un modo muy evidente en libros anteriores como Los últimos días de Michi Panero, Camposanto en Colliure y El rinoceronte y el poeta. El autor ovetense, uno de los narradores más personales y destacados de su generación, vuelve a demostrar su interés por los entresijos del mundo literario y por la eterna dicotomía entre realidad y ficción en su nueva novela, La otra orilla. En esta ocasión Barrero nos lleva hasta Buenos Aires donde, entre reconocibles espejos borgianos, nos presenta a un escritor español que conoce a un anciano que asegura andar buscando en la Comedia de Dante un mapa para recorrer el Más Allá y encontrar el alma de su esposa una vez muerta, del mismo modo que Dante logró alcanzar el alma de Beatrice. En tan arduo trabajo le ayuda un profesor español que, en plenas investigaciones sobre el texto, desaparece. En la búsqueda que de éste emprende el protagonista, Barrero nos irá desplegando el fabuloso mapa de un Buenos Aires brumoso e irreal, repleto de extraños personajes. Un libro, por tanto, que rezuma literatura por sus cuatro costados.



sábado, 5 de agosto de 2023

La canción de Werfel

     Pese a que estuvo casado con Alma Malher y que la versión cinematográfica de su novela La canción de Bernadette se hizo famosa en todo el mundo (reportando un Oscar a su protagonista, Jennifer Jones), el escritor checo Franz Werfel (1890-1945) sigue siendo escasamente conocido y traducido en nuestro país. Werfel tuvo la suerte o la desgracia de pertenecer a una generación de autores del viejo imperio austrohúngaro difícilmente repetible. Amigo personal de Kafka, hubo de ganarse un hueco propio entre autores de la talla de Musil, Roth, Perutz, Weiss o Zweig, por citar sólo a un puñado de ellos. Muy lentamente, y aprovechando la especie de “redescubrimiento” que de la gran literatura centroeuropea se dio en España hacia la década de los 90, algunos de estos autores empezaron a traducirse y publicarse con cierta regularidad, si bien es verdad que unos más que otros. Werfel, al que Kafka le llevaba siete años, ha sido uno de los escritores que poco a poco se ha valido de esta recuperación editorial para ir asomando tímidamente en nuestras mesas de novedades en los últimos tiempos. Y sería deseable que ese goteo no pare, pues en el caso que nos ocupa nos encontramos ante un autor verdaderamente importante y digno de ser tenido en cuenta. 

       Respecto a la novela Reunión de bachilleres, escrita y publicada en 1928, ni tan sólo puede decirse que sea una novedad editorial. Fue editada por Minúscula, con traducción de Eugenio Bou, en un ya lejano otoño de 2005. Y desde entonces únicamente la reedición en Anagrama de Una letra femenina azul pálido ha venido a refrescarnos tímidamente la memoria de Werfel. Otras reediciones (La escalera de hotel o La canción de Bernadette) han aparecido en estos últimos años, aunque en sellos más bien minoritarios y poco visibles. Así, pues, el autor checo se halla aún lejos del reconocimiento general que merece, al menos en castellano, un hecho que no deja de ser incomprensible en sí mismo. 
     Centrándonos en Reunión de bachilleres, lo primero que sorprenderá al lector es el juego de identidades que Werfel propone. A través del encuentro de unos viejos compañeros que realizaron juntos el Bachillerato años atrás, asistimos al presente de algunos de ellos, no siempre tan brillante como su talento hizo suponer. Sin embargo uno de esos antiguos estudiantes, quizá el más prometedor de su clase, no asiste al encuentro. A raíz de ello no tarda en despertar en Ernst Sebastian, ahora respetado juez de instrucción, el recuerdo hasta entonces dormido de una lacerante afrenta cometida en el pasado contra su compañero de pupitre. A través de esa historia ignominiosa, Werfel nos va mostrando de qué modo la apatía y la falta de moral de ciertas clases burguesas incide e influye en los complejos mecanismos del poder hasta el punto de arruinar la vida de los demás. Con una prosa fluctuante y tersa, que te arrastra lentamente al nudo gordiano de la novela, Reunión de Bachilleres es también un certero retrato del fin de una época esplendorosa, el viejo imperio austríaco, que se derrumba ante los ojos de una joven generación a caballo entre dos siglos y marcada por la tragedia de la primera gran guerra.

lunes, 30 de enero de 2023

La vida según Stoner

 

Que el mundo literario está sembrado de errores y despistes es un hecho constatado, y el caso de Stoner vendría a confirmarlo una vez más. Cuando la novela de John E. Williams se reeditó en 2000 en EEUU, después de 35 años ignorada, The New York Times afirmó categóricamente: Stoner es algo más que una gran novela. Es una novela perfecta. No tardaron en salir voces acreditadas de grandes autores alabándola efusivamente y preguntándose cómo era posible que una obra maestra como aquella hubiera pasado inadvertida en su momento. Pero así fue: cuando Stoner, la tercera novela de un desconocido John Williams apareció en 1965, apenas obtuvo reseñas y sus ventas escasamente alcanzaron los 2000 ejemplares. Pronto fue olvidada y su autor tardó siete años en publicar una nueva obra (Augustus, 1972) por la que, contra todo pronóstico, ganó el prestigioso National Book Award, aunque el escritor siguió siendo un autor sin lectores, un autor de culto para unos pocos y oculto para la gran mayoría. La cosa empezó a cambiar cuando la autora francesa Anna Gavalda habló de las excelencias de Stoner en una entrevista. Tito Expósito, editor de la pequeña y modesta editorial canaria Baile del Sol leyó dicha entrevista y, dada su admiración por Gavalda, se sintió intrigado. Buscó Stoner, jamás traducida en castellano hasta entonces, pero nadie en España había oído hablar de un tal John Willians (no confundir con el compositor de películas ni con el guitarrista clásico). Con su editorial a punto de echar el cierre, reuniendo algunos ahorros de sus socios de negocio, compró los derechos de la novela y lo apostó todo a una carta. La novela se editó por primera vez en español en 2010, pasando sin pena ni gloria los primeros meses. Sin embargo, cuando aparecieron en ABC los elogios de Rodrigo Fresán y acto seguido los de Vila Matas en El País, se produjo uno de esos milagros que de vez en cuando se dan en la literatura: el libro despegó aceleradamente, se activó el boca-oreja, fue creciendo la sorpresa y la fascinación de los lectores, y Stoner pasó a tener numerosas ediciones y varias reimpresiones, con 20.000 ejemplares vendidos, algo que salvó las cuentas de la pequeña editorial y puso de manifiesto (una vez más) la miopía y estulticia de los grandes grupos editoriales. Gavalda, por su parte, lo tradujo al francés en 2011 y el éxito fue tan arrollador que se produjo una especie de “efecto llamada” en EEUU donde, viendo el éxito que tenía en Europa, vendió más de 150.000 ejemplares en poco tiempo. Mientras en España no ha dejado de venderse, Holanda va por los 200.000 ejemplares, Italia por los 80.000 y no cesa de traducirse, al tiempo que se asienta el prestigio de Williams (cuyas otras tres novelas se han traducido también en España o en Hispanoamérica), elevando a Stoner a la categoría de clásico de las letras norteamericanas de la segunda mitad del XX. Lamentablemente, Williams no llegó a ver este descomunal éxito tardío ni pudo llegar a imaginarlo nunca, pues falleció en 1994, siendo entonces un autor del que nadie apenas se acordaba. Ironías de la vida, el creador de ese personaje gris, abocado al anonimato y la aparente mediocridad que es William Stoner, logró zafarse de su destino silencioso y del olvido al que parecía estar destinado para transformarse en uno de los descubrimientos más sorprendentes (junto al de Lucia Berlin) de la literatura norteamericana del último medio siglo. Un nuevo Nabokov. 


No pocos lectores en todo el mundo se han enternecido con este profesor  de universidad aparentemente fracasado (pero consciente de su fracaso), quizá porque no podemos evitar sentirnos íntimamente reflejados. En última instancia, fracasados somos todos y lo prueba nuestra actual incapacidad para superar la frustración. Nos enseñaron a triunfar, no a ser los segundos, cuando la enseñanza debería mostrar a la sociedad cómo encajar el fracaso. Y en este sentido, el rígido estoicismo que gobierna la vida de Stoner lo transforma en realidad en un triunfador, porque el que triunfa es el que sobrevive y no el que gana. Pero como los grandes libros, Stoner nos dice más. Nos dice algo que nunca deberíamos olvidar: que la cultura no nos va a salvar de la mediocridad (sólo nos hará conscientes de ella, que puede ser incluso peor).

Stoner es también una novela que nos habla todo el rato de la renuncia de los sueños. En este sentido es una historia profundamente triste, desoladora y a ratos pesimista. Quizá aquí cabría hacerle al libro el único reparo: su falta de humor, tan característico en algunos grandes autores americanos contemporáneos de Williams. Escrita en un estilo clásico, sin experimentalismos ni digresiones inútiles, todo en la prosa de Williams  fluye con pasmosa y aparente sencillez, lo que viene a retomar la idea del “nuevo Nabokov”: el resultado de una depuración estilística a la altura de muy pocos.

Estamos ante una novela “de personaje”, donde aparentemente no ocurre nada y ocurre todo: ocurre la vida misma, ni más ni menos. El resultado final es sublime, extraordinario, un absoluto milagro creativo.