El responsable del café

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(Mahón, isla de Menorca,1970). Desde muy joven he venido ejerciendo el columnismo y la crítica literaria en numerosos medios, obteniendo en 1994 el premio Mateo Seguí Puntas de periodismo. Actualmente soy colaborador de la revista Librújula (Premio Nacional al Fomento de la Lectura, 2023). Poeta oculto, como narrador he publicado las novelas "En algún lugar te espero" (accésit del Premio Gabriel Sijé, 2000. Reeditada en ebook en 2020, Amazon), "Hospital Cínico" (2013) y "Summertime blues" (finalista del premio Ateneo-Ciudad de Valladolid, 2019); y los libros de relatos "Las espigas de la imprudencia" (Bcn, 2003) , "Domingos buscando el mar" (Premio Café Món de Narrativa, 2007) y "Sopa de fauno" (2017). En el año 2019 apareció el recopilatorio de artículos sobre literatura "Libros dedicados". He obtenido un puñado de premios y menciones en certámenes nacionales de cuento y algunos de mis relatos figuran en varias antologías. Desde 2002 vivo y escribo en Hospitalet de Llobregat.

lunes, 27 de enero de 2014

Regreso a los orígenes




"La estrategia del koala". Candaya, 238 pág.
            Roas, curtido como autor de cuento y microrrelato, amén de antólogo y ensayista sobre el fenómeno de la literatura fantástica, únicamente había editado en 1996 un texto de narrativa lo suficientemente extenso como para ganarse la denominación -siempre discutida- de novela corta. Tras varios libros de relatos que le han situado en un lugar destacado del nuevo cuento español (Premio Setenil mediante), Roas ha publicado esta esperada novela de sospechoso título. Sospechoso porque, viniendo de él, no podía tratarse de una novela al uso, ni desde luego de una novela realista. ¿Es La Estrategia del Koala una verdadera novela? Lo es, pero también se trata de un libro de viajes, de una road movie a la gallega, de un libro gastronómico, de un anecdotario familiar, de una recopilación de cuentos y leyendas, de un tratado de sociología rural, de un texto de humor surrealista. Y de un libro con múltiples guiños a las canciones, películas y libros que a Roas le gustan, todo ello bajo la alargada sombra de Cunqueiro y Fernández Flores, los fabuladores gallegos por antonomasia.




           Marcos Fontana es un escritor en horas bajas que acepta el encargo de escribir un libro sobre los faros de Galicia. De madre gallega (como el propio Roas), se lanza para ello a un recorrido en coche que ha de llevarle desde el Cabo de Estaca de Bares a Fisterra, atravesando la siempre enfurecida costa gallega. Este espacio acotado es, en realidad, el paisaje de su niñez, de sus veranos en el pueblecito de Ares, su Galicia a escala, puesto que el resto del territorio no le interesa. Y, como no puede ser de otra forma, no tardan en aparecer los recuerdos, a veces en forma de molestos fantasmas. Con ello, en el fondo, David Roas realiza un ejercicio de regresión a los territorios de su propia infancia, mostrándonos una Galicia que sólo existe en su memoria y en su alucinada visión de adulto proclive al lado fantástico. Pocos lugares más fértiles para ello que esta tierra labrada por historias de brujas y aparecidos, por las leyendas célticas y las supersticiones más acendradas.
            A pesar de todo ello, la novela de Roas no es un canto complaciente a la tierra de sus ancestros maternos, aunque sí sea una peculiar declaración de amor. El autor, por boca de su alter ego Fontana, no puede entender algunas de las costumbres de sus habitantes, su incapacidad para la queja (el gallego no protesta, emigra), la forma en que el PP ha envilecido las vidas de muchos durante décadas, comprando su lealtad a golpe de subvenciones incluso en el mismo pueblo que sufrió el chapapote del “Prestige”. Pero la mirada crítica se torna agridulce cuando el protagonista se enfrenta con el recuerdo de su abuelo franquista y se reabren las viejas heridas de la Guerra Civil, una contienda fraticida que en Galicia duró únicamente unos meses.
            La estrategia del Koala es una guía disparatada de Galicia, una tierra abonada por el realismo mágico, y al mismo tiempo un ajuste de cuentas con el pasado del narrador, tan parecido al del autor, donde David Roas aliña la realidad y la ficción a su antojo, quizá porque, como ya nos enseñó Cervantes, ese es el modo más certero de retratar este país nuestro, esta historia común que llevamos a cuestas para bien y para mal.

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