Según el estudio reciente de una universidad tan fiable como la Pompeu Fabra de Barcelona, España tiene al año aproximadamente ochenta mil millones de euros (80.000.000, sí!!) de fraude fiscal. La pregunta que nos podríamos hacer cualquiera de los que somos ignaros en el asunto es qué hace el fisco español contra ello. La respuesta nos la da el Doctor en Economía Arcadi Oliveres: absolutamente nada. ¿Y por qué? Sencillamente porque detrás de esa descarada y no menos curiosa insumisión fiscal se hallan los grandes banqueros (esos mismos cuyas empresas ha reflotado papá Estado mientras recortaba por otro lado el sueldo de funcionarios y empleados públicos) y, por supuesto, los grandes patrimonios de familias intocables.
Ochenta mil millones anuales de euros en un país que roza los 5 millones de parados y que para contentar al Banco Central Europeo (lo que en mi tierra viene a decirse “dejarse dar por culo”) ha reformado en 48 horas la Constitución sin consenso ni referéndum ninguno, y con el grave riesgo de fragmentación democrática que eso conlleva. Bajadas de salarios, recortes en todos los servicios básicos, desahucios a punta pala, pérdida de derechos sociales que tardaron un siglo en conseguirse… Y mientras tanto un puñado de gaznápiros, de ladrones de guante blanco, de vividores a la sombra del Estado, deja de pagar a esa Hacienda que no somos todos, a esa barragana pesetera, ochenta mil millones de euros anuales. Una cifra que, invertida en asuntos sociales, culturales y sanitarios nos pondría entre los primeros de la muy cacareada Europa, más ocupada en cobrar las deudas externas de los países hipotecados y exhaustos que de buscar soluciones reales. Si a esa cifra le añadimos el despilfarro español en armamento (sólo 1700 millones de euros anuales se van en la construcción de un avión de guerra a medias con otros tres países europeos y cuyo primer ensayo fue un rotundo fracaso), amén del gasto que supone la Casa Real , tendremos el saldo perfecto de esta supuesta crisis montada por estafadores profesionales y oportunistas a la sombra, los mismos que ahora ocupan todos los cargos de poder. Políticos, bancos, multinacionales, todos bailan la misma danza mientras el resto batimos palmas, simplemente, con la sonrisa atrofiada en la boca y la anestesia del fútbol y sus alegrías millonarias como ansiolítico. Indignaos no, amigos: acojonaos, más bien. Porque el barco hace aguas y no hay capitán bregado y honesto en cubierta.
Y esto no es literatura, por desgracia, es la puñetera realidad. La tuya, la mía, la de muchos.
2 comentarios:
ben cert el que diu l'Arcadi! M'indigno, però no vull tenir por, cal tenir confiança en les pròpies forces i ser valent per al que vingui.
M'agrada el gust del cafè, així fort, un xic amarg
:-)
Gràcies Marina. Ara, en sembla, ens toca cafè més bé agridolç.Benvinguda al local.
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