Este año las quinielas daban como finalista a un buen amigo mío, Andrés Pérez Domínguez, que no concursaba. Otro año, justamente en una edición en la que no se presentó, también dieron como ganadora a mi amiga Ángela Vallvey. Las apuestas ya forman parte de este circo que es el Planeta.
![](http://mydarkobsession.files.wordpress.com/2011/01/premio.jpg)
Como se sorprendía hace más de un siglo Clarín por la masiva afluencia de participantes en el concurso de cuentos del diario El Liberal, a mí me sorprende mucho cada año la ingenuidad de 500 o 600 personas presentándose al Planeta. Tengo amigos que se han presentado por curiosidad, por comprobar si leen todas las obras, y lo cierto es que algunos de ellos (no especialmente conocidos) han llegado incluso a la lista de finalistas. Ahora bien, ganar es otra cosa, incluso ser segundo. Aunque uno fuera un Faulkner, sin agente y sin un nombre detrás lo tiene crudo. Lejos queda aquel premio Planeta que arriesgó para descubrir a nuevos autores. La mayoría de los premios conocidos apuestan sobre seguro, eso debe saberlo cualquiera que se preste a iniciar una carrera como participante de premios de novela. De todos modos, hace tiempo que la finalidad natural del premio (descubrir a un nuevo autor, dar visibilidad a escritores con poca presencia en las librerías, etc) se desvirtuó. Los premios de envergadura, hoy día, son una mera transacción entre editorial, autor y agente.
Así pues, respondiendo a la pregunta que encabeza estas rápidas líneas, no, no lo creo.
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