Ciudad violeta
Juan Gaitán
Ilustraciones de Juan Carlos Hidalgo
Adeshoras, Madrid, 106 pág. |
En la eterna teorización
sobre la naturaleza del microcuento se ha podido llegar a conclusiones dispares
que sobre todo han contribuido a señalar lo que no sería un micro (véase, la
simple ocurrencia o el aforismo afortunado). En efecto, por un lado existe la
exigencia de una necesaria tensión narrativa. Por otro, la posibilidad de un
halo poético que a la narrativa extensa se le escurre. Estos 44 microrrelatos
de Juan Gaitán (Málaga, 1966) tienen
de lo uno y de lo otro. Son brevísimos textos que nos van insertando en la
leyenda y la épica de una fantástica ciudad cuya peculiaridad reside en su
color. La contraportada nos da las pistas de sus influjos, que efectivamente
nos remiten a Calvino, a Perucho o a Cunqueiro, autores todos que cultivaron la veta fantástica. A esta
heterogénea lista podríamos incluir a la Mercè
Rodoreda cuentista (especialmente en “Viajes y flores”), a Carpentier, y a algunos autores más
contemporáneos (Atxaga, Xuan Bello…).
Gaitán, también poeta,
ha sabido dejar en estos relatos un poso lírico que lo acerca por momentos a la
poesía en prosa. El gusto por el color que evocan las palabras y el juego que
con ellas se establece es otro de los recursos utilizados por el autor
malagueño, que amplía su capacidad fabuladora a las partes “Teogonía” y
“Genealogía fantástica”, donde nos da cuenta de algunos de los curiosos dioses
invocados en la Ciudad Violeta y también del árbol genealógico de la familia.
Todo ello ha conformado un librito delicioso que, junto a las bellas
ilustraciones del también malagueño Juan
Carlos Hidalgo, se lee de un tirón con placer y nos reconforta en la
necesidad de la fantasía, la mitología y la fábula.
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