Un hombre espera
Álex Chico
Libros en su tinta, 92 pág.
|
Aunque
en la portada figure el aviso de novela,
su autor, el poeta Álex Chico (Plasencia, 1980) ya explica que no lo es, que se
trataba simplemente de darle un apellido al texto. Podríamos definirlo como una
mezcla de ensayo ficción, notas de viaje e investigación literaria. El título
parte del libro “Un homme qui attend” de Jean Jacques Ventoux, un autor maldito
que se empeñó en retratar los barrios populares de París. Y hasta allí viaja
Chico durante un agosto en busca de las reminiscencias de José Antonio Gabriel
y Galán (1940-1993), nieto del famoso poeta. Novelista, periodista y asimismo
poeta, hoy injustamente olvidado, José Antonio Gabriel y Galán vivió en París
entre 1963 y 1966 y escribió allí dos libros inéditos hasta la fecha: la novela
“Idea fija de Montparnasse” y el poemario “La paz así encontrada”. Estos
manuscritos sustituyen a la típica guía de la ciudad, y Álex Chico se vale de
ellos para recorrer los rincones, los bulevares, los cafés y las calles del
París más popular, un París que ya no existe pero cuyo recuerdo flota aún en el
aire de la ciudad. Para ello se aloja en un piso de la Rue des Rosiers, en el
barrio judío de Le Marais, cerca de Montparnasse, una confluencia de avenidas y
calles repletas de restos de aquel París bohemio, cosmopolita y hasta
existencial. Por las aceras, en las terrazas, en cada esquina, asoman espectros
con la cara de Sartre, Picasso, Aragon, Perec, Godard, Duchamp, Edith Piaf,
etc. Y también los personajes ficticios de las obras de Gabriel y Galán, que
acompañan al poeta en su deambular.
Es este un libro
peripatético, un delicioso texto de búsqueda y, del mismo modo, un intento
literario -siempre infructuoso- por atrapar al tiempo bajo la red de las
palabras. Como buen poeta, Chico se recrea en la mirada, en los detalles y en
la pequeña esencia de las cosas. No le interesan la Torre Eiffel o el Louvre
más que un viejo caserón abandonado, un pequeño cine anacrónico o los vetustos
cafés caliginosos y llenos de secretos. Chico ejerce de arqueólogo de la
intrahistoria, revuelve en el polvo del siglo, palpa las paredes desconchadas y
lee manuscritos que apenas conoce nadie. Va detrás de un fantasma que podría
ser el de José Antonio Gabriel y Galán, pero también el de una época que dejó
su impronta en la cultura occidental con tal fuerza que su evocación nos mueve
a la nostalgia. Con una prosa envolvente y un punto melancólica (que el editor
Andreu Navarra ha comparado acertadamente con la cadencia de la escritura de
Modiano), Chico nos lleva de la mano por algunas de las callejas más llenas de
leyendas y de vida que hayamos podido pisar, dejándonos de paso la justa
reivindicación de un gran autor español que murió demasiado pronto y que fue
moroso y exigente con su obra. Un hombre que, efectivamente, aún espera su
momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario