El responsable del café

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(Mahón, isla de Menorca,1970). Desde muy joven he venido ejerciendo el columnismo y la crítica literaria en numerosos medios, obteniendo en 1994 el premio Mateo Seguí Puntas de periodismo. Actualmente soy colaborador de la revista Librújula (Premio Nacional al Fomento de la Lectura, 2023). Poeta oculto, como narrador he publicado las novelas "En algún lugar te espero" (accésit del Premio Gabriel Sijé, 2000. Reeditada en ebook en 2020, Amazon), "Hospital Cínico" (2013) y "Summertime blues" (finalista del premio Ateneo-Ciudad de Valladolid, 2019); y los libros de relatos "Las espigas de la imprudencia" (Bcn, 2003) , "Domingos buscando el mar" (Premio Café Món de Narrativa, 2007) y "Sopa de fauno" (2017). En el año 2019 apareció el recopilatorio de artículos sobre literatura "Libros dedicados". He obtenido un puñado de premios y menciones en certámenes nacionales de cuento y algunos de mis relatos figuran en varias antologías. Desde 2002 vivo y escribo en Hospitalet de Llobregat.

viernes, 8 de enero de 2016

Persiguiendo a un fantasma


Un hombre espera
Álex Chico
Libros en su tinta, 92 pág.

Aunque en la portada figure el aviso de novela, su autor, el poeta Álex Chico (Plasencia, 1980) ya explica que no lo es, que se trataba simplemente de darle un apellido al texto. Podríamos definirlo como una mezcla de ensayo ficción, notas de viaje e investigación literaria. El título parte del libro “Un homme qui attend” de Jean Jacques Ventoux, un autor maldito que se empeñó en retratar los barrios populares de París. Y hasta allí viaja Chico durante un agosto en busca de las reminiscencias de José Antonio Gabriel y Galán (1940-1993), nieto del famoso poeta. Novelista, periodista y asimismo poeta, hoy injustamente olvidado, José Antonio Gabriel y Galán vivió en París entre 1963 y 1966 y escribió allí dos libros inéditos hasta la fecha: la novela “Idea fija de Montparnasse” y el poemario “La paz así encontrada”. Estos manuscritos sustituyen a la típica guía de la ciudad, y Álex Chico se vale de ellos para recorrer los rincones, los bulevares, los cafés y las calles del París más popular, un París que ya no existe pero cuyo recuerdo flota aún en el aire de la ciudad. Para ello se aloja en un piso de la Rue des Rosiers, en el barrio judío de Le Marais, cerca de Montparnasse, una confluencia de avenidas y calles repletas de restos de aquel París bohemio, cosmopolita y hasta existencial. Por las aceras, en las terrazas, en cada esquina, asoman espectros con la cara de Sartre, Picasso, Aragon, Perec, Godard, Duchamp, Edith Piaf, etc. Y también los personajes ficticios de las obras de Gabriel y Galán, que acompañan al poeta en su deambular.
               Es este un libro peripatético, un delicioso texto de búsqueda y, del mismo modo, un intento literario -siempre infructuoso- por atrapar al tiempo bajo la red de las palabras. Como buen poeta, Chico se recrea en la mirada, en los detalles y en la pequeña esencia de las cosas. No le interesan la Torre Eiffel o el Louvre más que un viejo caserón abandonado, un pequeño cine anacrónico o los vetustos cafés caliginosos y llenos de secretos. Chico ejerce de arqueólogo de la intrahistoria, revuelve en el polvo del siglo, palpa las paredes desconchadas y lee manuscritos que apenas conoce nadie. Va detrás de un fantasma que podría ser el de José Antonio Gabriel y Galán, pero también el de una época que dejó su impronta en la cultura occidental con tal fuerza que su evocación nos mueve a la nostalgia. Con una prosa envolvente y un punto melancólica (que el editor Andreu Navarra ha comparado acertadamente con la cadencia de la escritura de Modiano), Chico nos lleva de la mano por algunas de las callejas más llenas de leyendas y de vida que hayamos podido pisar, dejándonos de paso la justa reivindicación de un gran autor español que murió demasiado pronto y que fue moroso y exigente con su obra. Un hombre que, efectivamente, aún espera su momento.

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