El responsable del café

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(Mahón, isla de Menorca,1970). Desde muy joven he venido ejerciendo el columnismo y la crítica literaria en numerosos medios, obteniendo en 1994 el premio Mateo Seguí Puntas de periodismo. Actualmente soy colaborador de la revista Librújula (Premio Nacional al Fomento de la Lectura, 2023). Poeta oculto, como narrador he publicado las novelas "En algún lugar te espero" (accésit del Premio Gabriel Sijé, 2000. Reeditada en ebook en 2020, Amazon), "Hospital Cínico" (2013) y "Summertime blues" (finalista del premio Ateneo-Ciudad de Valladolid, 2019); y los libros de relatos "Las espigas de la imprudencia" (Bcn, 2003) , "Domingos buscando el mar" (Premio Café Món de Narrativa, 2007) y "Sopa de fauno" (2017). He obtenido un puñado de premios y menciones en certámenes nacionales de cuento y algunos de mis relatos figuran en varias antologías. Desde 2002 vivo y escribo en Hospitalet de Llobregat.

jueves, 11 de abril de 2013

Escrito en el agua


            Si los números no me fallan, este año se cumplen 25 la de publicación del primer libro del narrador manchego Pedro Menchén. A lo largo de estas dos décadas y media ha sacado sólo 7 libros. Y pongo este sólo en cursiva porque me parecen suficientes, al menos para certificar la calidad de un autor, sobre todo si lo comparamos con el alud desproporcionado e irregular de algunos escritores que no paran de atosigar los escaparates de las librerías. Sin embargo, y como nos recuerda el propio Menchén en el prólogo de esta obra, su nombre apenas ha trascendido al gran público (si por “gran público” entendemos toda esa tropa de lectores -sin demasiados escrúpulos estéticos- que leen a un Falcones, por ejemplo). En efecto, Menchén ha ido por libre y ha escrito lo que quería, ajeno a la dictadura del mercado, alejado de ambientes literarios y compadreos, todo lo cual le ha costado el ser considerado un autor raro y marginal entre los de su generación.
Escrito en el agua
Pedro Menchén
Odisea Editorial, Madrid. 422 pág.

            “Escrito en el agua” es un libro de intención autobiográfica en el que Pedro Menchén vierte los recuerdos de su niñez solitaria (nublada por un padre insensible), y los días de su juventud en Madrid y Benidorm, ciudad en la que vive desde finales de los 70. Pero aún siendo unas memorias, este libro no puede entenderse como una autobiografía al uso, sino más bien como un profundo ejercicio de autoaceptación personal, un retrato en absoluto complaciente de su doble condición de hombre y escritor, si es que ambas facetas pueden separarse. Por eso Menchén utiliza la franqueza absoluta y dolorosa de un espejo, sin pudores ni máscaras, a veces incluso ejerciendo una crueldad excesiva sobre sí mismo, alejándose de esta forma del tono generalmente ególatra y ufano que transita por el género autobiográfico español. Diríase que Menchén hubiera pretendido alcanzar, a través de las palabras, alguna especie de redención para con algunos momentos decisivos de su vida, una vida marcada por su identidad sexual y por su vocación artística. Exigente al máximo consigo mismo (puede tardar años en revisar un libro suyo, por ejemplo), también lo es a la hora de evocar algunas de las personas que le acompañaron en aquellos años de tardofranquismo, transición y primera democracia. No escatima detalles al hablar de sus difíciles relaciones con el padre o el hermano, al explicar sus amoríos más o menos furtivos en un tiempo de tímida emancipación sexual, o al opinar sobre personajes que trató en esos años, como Umbral o el pintor de la generación del 27 Gregorio Prieto, con quien mantuvo una extraña relación de amor-odio que ocupa un capítulo entero.
            Alguien podría pensar, malévolamente, qué interés puede tener la vida de un escritor homosexual poco conocido. En mi opinión, cualquier existencia vivida con intensidad tiene interés, por anodina que parezca. Y la de Pedro Menchén, salvando sus características intransferibles, viene a representar la vida misma de muchas personas que durante los difíciles 60 y 70 lucharon por escapar de la mediocridad circundante y por hacer valer su condición sexual como un ejemplo de normalidad. Al mismo tiempo, Menchén nos va contando la evolución de su carrera literaria, paralela a la de su madurez. El resultado es un fresco transparente y ágil de unos años que parecen muy lejanos y que, sin embargo, forjaron buena parte de la España de hoy, para bien y para mal. Menchén fue testigo lúcido de ello, aunque en un voluntario y discreto segundo plano. Quizá a él le bastó así, y así lo cuenta, sin colgarse medallas ni inventar batallitas, lejos de la hagiografía y los oropeles, con tierna humanidad y sinceridad desgarradora. Un libro, pues, decididamente entrañable.          

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