Aunque esta breve novela se
publicó en Francia en 2007, todo en ella nos induce a pensar que fue escrita
mucho tiempo atrás, por lo menos hace 30 años, cuando la literatura aún se
concebía como un ejercicio de creación artística y no como el mero objeto de
consumo que hoy ha venido a trivializar hasta extremos alarmantes no sólo el
oficio de la escritura, sino que también ha aupado a modo de patético eslogan aquello
del “todo vale”. Por ello, cuando a uno le cae entre las manos un libro como
éste, su esperanza y su fe en la literatura se regenera con el poder que sólo
las grandes obras poseen, reconciliado de nuevo con la utilidad de las palabras.
En el café de la
juventud perdida
Patrick Modiano
Anagrama, 131
Pág.
|
Es
este un libro hermoso en el más amplio sentido de la palabra, lírico y como
liviano, lleno de presagios y hallazgos visuales. Sembrado de analepsis y
evocaciones de un París que ya no existe -y que quizá no existió nunca-,
Modiano se vale de la memoria de diversos personajes que se movieron alrededor
de su enigmática protagonista para desgranarnos una suerte de callejero
sentimental, cartografiando un pasado íntimo al antojo mismo de sus propios
recuerdos.
Distintas
voces van recordando su relación más o menos cercana con Louki, una extraña
muchacha que una tarde cualquiera de los 60 irrumpió en sus vidas entrando en
el café Condé en el que todos convergían. A modo de investigación, la chica se
nos va revelando como un alma perdida en busca de su identidad (tema frecuente
en la obra de Modiano), en pos de una libertad que sólo puede acabar en
tragedia. Los viejos establecimientos del París utópico de la juventud, los
rincones solitarios de una ciudad gastada de tanto pronunciar su nombre, los
resquicios quizá imaginados de un tiempo sepultado para siempre, acompañan al
recuerdo brumoso de Louki con esa terca humedad que impregna todo lo que resta
perdido.
Pequeña
joya de concisión, sensibilidad y maestría narrativa, “En el café de la
juventud perdida” es una novela donde la evocación duele y el presente se
muestra gris y anodino. Más vale vivir en el sueño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario