El premio literario Café 1916 (antes conocido como Cafè Món, local patrocinador
que desgraciadamente cerró sus puertas) apostó en esta ocasión por un libro de
relatos del poeta y novelista catalán Juan Vico. Y si siempre es motivo de alegría
que un premio que se distingue por no discriminar género literario alguno
reconozca, como hizo ya en otras ocasiones, a un libro de cuentos, más lo es si
éste viene a dar otro pequeño empujón a la carrera de un autor emergente.
El Claustro Rojo
Juan Vico
Sloper, 134
pág |
Los 11 relatos de “El
claustro rojo” tienen en común el tema del arte, en especial el pictórico, así
como la aparición de artistas reales como Degas, Manet, Piranesi, van der Goes,
Cagnacci, Bruno Schulz, etc. Pero si todos ellos están narrados en primera
persona, en ninguno se da voz propia a estos personajes históricos, de los que
sabemos parcialmente gracias a testigos secundarios, privilegiados espectadores
de momentos esenciales de sus vidas. A través de estas voces inventadas, el
libro indaga de forma necesariamente subjetiva en los profundos abismos que
todo espíritu creador bordea con no poco riesgo, mostrándonos las peculiares
obsesiones y grietas psicológicas de cada uno de ellos.
Con una envolvente prosa teñida de
matices diversos, sugerencias y presagios, capaz de describir con la justa
economía verbal atmósferas y estados anímicos sin fallar el dardo de la
precisión poética, Vico contrapone constantemente el brillo del arte con el
fango de lo anodino, la genialidad con la demencia, lo sublime con lo vulgar,
lo hermoso con lo deforme, la fantasía con la realidad, en un despliegue de
grandes y -a veces- mínimas anécdotas vitales que ponen de manifiesto el gran
muestrario de las contradicciones humanas. De este modo “El claustro rojo” se
transforma, a través de la lectura, en una especie de museo en el que cuelgan las
pinturas turbias del alma, esos lienzos que nos muestran, desde épocas
distintas y trazos diversos, nuestro propio rostro confuso.
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